Mendoza
09.08.2020
Hilvanando el futuro: un taller de costura capacita a mujeres de bajo recursos
Desde hace 16 años, Adriana Gómez (59) enseña su oficio a jóvenes humildes del barrio La Favorita, en la capital provincial, con su taller, "Soles de Piedemonte".
Por Favio Roa
Adriana Gómez, orgullosa con el emprendimiento que impulsa desde el 2004.Una emprendedora mendocina construyó junto a otras mujeres un taller de costura en el que capacita y ofrece herramientas a adolescentes en estado de vulnerabilidad social del barrio La Favorita que confeccionan y venden prendas para estudiantes de colegios, para la comunidad e incluso para causas como la lucha por la diversidad para la que realizaron una bandera a pedido de la municipalidad de Mendoza.
"Hace 16 años que apuesto por este emprendimiento y es una satisfacción enorme ver cómo ha crecido y que mis alumnas aprendan mucho", contó a Télam Adriana Gómez, de 59 años, quien es persona de riesgo porque tiene una cirugía de corazón.
Gómez rememoró con añoranza aquel primer momento: "Recuerdo que mi primer experiencia como costurera fue durante el mundial de fútbol de 1978, como operaria en la fábrica de Adidas".
La mujer trabajó en el servicio doméstico cuando estudiaba corte y confección, capacitación que no pudo concluir, y hace 16 años comenzó como emprendedora social para crear el taller de costura "Soles del Piedemonte" por el cual pasaron y aprendieron más de 100 mujeres adolescentes y adultas del barrio La Favorita, un lugar de bajos recursos ubicado al pie de la montaña al Oeste de la ciudad.
Por la pandemia, Adriana ahora solo puede tener siete alumnas por vez
Mientras "Doña Adriana", como le dicen sus alumnas, contaba con orgullo la historia y proyectos del taller durante la entrevista, en un sector, en una mesa se podían observar los diseños de las remeras, abrigos para mascotas y barbijos confeccionados por sus alumnas en diferentes colores y tamaños en un salón que cuenta con nueve máquinas de coser y varios armarios de telas e hilos.
La emprendedora, de mirada cálida y voz suave, tomó aire e hizo una pausa para mostrar una prenda y fijó sus ojos en una de las máquinas de coser y recordó junto a Télam el comienzo del taller en un momento en el cual solo tenían pocas máquinas y unas agujas.
El taller tiene unos 45 metros cuadrados, está ubicado al fondo de la casa de Gómez, y se accede por un pasillo angosto y de tierra desde la entrada de la vivienda. Es ese rincón el que comenzó a funcionar como sustento familiar cuando la hija de la mujer a cargo del emprendimiento quedó embarazada a los 14 años.
Compraron ladrillos, bolsas de cementos, maderas y Gómez junto a sus alumnas construyeron poco a poco el salón de costura y lo ampliaron a puro a pulmón, apenas con ayuda de algunas instituciones mendocinas